martes, 10 de julio de 2012

Guadalupe Urrutia


Habana, Cuba - México

Título: Bad dream...

AUTORRETRATO DEL SILENCIO (ensayo)
por Guadalupe Urrutia


El silencio grita, el silencio miente, el silencio mata…  Hay sorderas hereditarias que obstaculizan los derechos del corazón y  que impiden rescatar aquello a lo que no se le dio oportunidad en el pasado, y porque creo que seguro en algún lugar se encuentra una salida para el mortificante silencio actual…

El silencio habla otro lenguaje y aunque se define como la abstención de hablar, la falta de ruido, la falta u omisión de algo escrito… definitivamente el silencio - ocupa un lugar.
En cualquier proceso de comunicación... palabra y silencio son inherentes. El espacio limítrofe que tiene el silencio con el de la comunicación verbal y no verbal confiere en sí un discurso, ya que ambos no son conceptos opuestos sino necesariamente recíprocos.

Según la teoría semiótica Greimasiana, el discurso tiene un carácter lógico y sintáctico.
El sentido entonces, sólo podrá ser entendido a partir de la consecución de enunciados presupuestos y jerarquizados . (1) Y aunque casi todos nuestros discursos pudieran estar incluidos dentro de la intención de informar, ampliando así la dimensión cognitiva del saber del otro; dentro de este contexto - qué calidad informativa le concedemos al silencio?. 
Podría decirse que el silencio es un fenómeno nacido de nuestra impotencia o imposibilidad de hablar  y ya que nuestra comunicación se basa en el lenguaje,  y porque en estos tiempos, llenos de información y de ruido - el silencio resulta ser un lujo y a veces hasta un lugar intimidante.
Porque sólo en el silencio otros sonidos emergen y porque sólo en el silencio.. nos escuchamos.

Al silencio en el lenguaje verbal escrito, le corresponde también una grafía, dependiendo de la extensión e intención que pretendemos lograr. Una coma, un guión, un punto, nos dan ese ritmo y paso en la comunicación. Los puntos suspensivos tienen como función congelar o “suspender” el discurso, y su importancia está en la palabra que los antecede.
La pausa también es un silencio, tiene una carga de intención que capta la atención del otro con un rumbo predestinado.
Un silencio en la comunicación puede crear expectativas ya que es un poderoso espacio entre una palabra y otra, entre un pensamiento y el otro.
Pero un silencio interpretativo es un silencio cognitivo… que interrumpe.

El sociólogo Erving Goffman, padre de la microsociología, explica que todas las personas participan en un sistema social dónde todo comportamiento nos da una información; desde gestos, miradas y por supuesto el silencio.. “si es imposible no comportarse, es imposible no comunicar”. (2)
Es evidente que el comportamiento humano crea sistemas de comunicación, de tal suerte que todos estos elementos pertenecen a ese sistema, entendiendo que la comunicación como tal, es la suma de la comunicación verbal y la no verbal.
Las personas al comunicarnos, emitimos mensajes que en la interacción se convierten en un continuo intercambio y flujo de ellos, pero el silencio dentro de esa interacción no representa ausencia sino que es parte de un mensaje más.
Sabemos que la palabra silencio proviene del latín "silere", callar, estar callado. Y aunque efectivamente el silencio hace un alto, da un espacio de tiempo.. para lo que sigue, de pronto lo que se  calla es la intencionalidad  logrando dejar a ésta, disfrazada dentro de las palabras.

Cada pueblo tiene diferentes lenguas y diferentes maneras de utilizar ese lenguaje, incluyendo al silencio. Mientras en las culturas orientales y arcaicas se concede una mayor importancia a la conducta del silencio que a la acción de hablar; en las culturas occidentales, en general, ocurre lo contrario, descontando la presencia del silencio en algunas situaciones rituales, como en el culto religioso.
Heidegger nos indica que no hay que confundir silencio con mutismo. El mudo quiere hablar pero no puede; el que calla puede hablar pero no quiere, y es, precisamente, ese carácter de elección voluntaria el que carga de significación el silencio. (3) 
Pero el silencio de alguna manera rodea  a su opuesto, el lenguaje,  de tal suerte que aflora su característica de honda raíz antropológica e identitaria: el silencio es la necesaria
discrepancia consigo mismo,  haciendo  en muchos casos de lo  SIN DECIR el elemento esencial del discurso. (4)
Y de ahí encontramos que el verdadero mensaje no está en lo que se dice sino en lo que no se dice.

Morin postula que "En ese hombre que es sapiens y demens hay una mezcla inextricable, un pensamiento doble: racional, empírico, técnico; al igual que simbólico, mitológico, mágico.
Vivimos permanentemente en ambos registros... (5)
Sabemos que el lenguaje comunica pero en otro sentido también nos incomunica y que al igual que el pensamiento es una herramienta de ayuda al momento no de registrar los hechos que ocurren a nuestro alrededor sino en el momento de procesarlos, esa herramienta igualmente puede tergiversar la lectura en nuestro interior dándole una interpretación completamente distinta.

Parafraseando a Ortega y Gasset donde “lo único que sabemos es que no sabemos qué es lo que está pasando pero sabemos que hay crisis”, de alguna manera muy bien explica la expulsión del silencio en los medios, en las pantallas y en la comunicación misma. Los textos mediáticos y las imágenes mediáticas no callan nunca y nos llevan a un cul-de-sac que obliga a estar más pendientes del mundo exterior y a desatender el propio. Sabemos que estamos en crisis pero para que sepamos qué es lo que nos está pasando, necesitamos  silencio.

Me parece importante aquí entonces hacer un alto y resaltar que el arte si no es más experto que cualquier ciencia, sí es más sensible. Conoce el silencio desde otra conciencia y por medio de un proceso de abstracción (que es un acto de silencio en sí) se toma la libertad de tocarlo, ponerlo en el afuera y exponerlo. 
John Cage, músico polémico estadounidense, presentó su obra 4’33’’ en donde permaneció 4 minutos y 33 segundos sentado al piano en silencio ante el estupefacto auditorio, que había acudido a escuchar música en lugar de escucharse.  Atender al silencio es escuchar lo que usualmente se escapa, lo que pasa y ha pasado desapercibido. (6) 

Los espacios vacíos y las oquedades son las representaciones escultóricas más claras del silencio.
Dentro de la pintura la propuesta más cercana al silencio es el Manifiesto Suprematista con la obra “Blanco sobre Blanco” de Kasimir Malevich. 
Pero qué pasaría, (me pregunto yo) entonces si un “pensador” (que el título original dado por Rodin era “Dante pensando”) vivo y contemporáneo reflejara su propia imagen sentado frente a un televisor apagado? Sería una perfecta instalación? o la perfecta imagen antropológica del hombre de este siglo que no sabe cómo convivir con el silencio.

Al hablar de la relación que se establece entre Silencio y Religión y  Silencio y  Muerte, se puede puntualizar que el silencio en su origen se relaciona con el misterio. De alguna manera las diferentes religiones como el judaísmo, islamismo, budismo, y el cristianismo; confluyen en lo que llaman silencio interior, silencio místico, silencio ascético, silencio litúrgico y silencio de los muertos. Este es imprescindible para los actos de fe, ya que no pregunta, no cuestiona; calla y cree.
La meditación como proceso introspectivo tiene que ver con encontrar en el silencio la eternidad en el ahora pero no se liga al espacio ni al tiempo. 

Asimismo en las prácticas de santería de sistemas mágico-religiosos como en el Palo Monte cubano, subyace una certidumbre: el misterio de la muerte – mata.
Un cierto sentimiento trágico de la no pertenencia, la no vinculación orgánica a nada. 
Ya que diluirse en la nada es diluirse en Inzambi (Dios de la regla conga, creador de todo lo existente) en tanto este es el silencio del universo, silencio previo a la aparición del ser humano sobre la tierra. 
Los pensamientos antes del dormir, en el umbral del sueño, son antecedentes del sueño mismo, en tanto dormir es en cierta forma como estar muerto. (7)

Si se le confiere a a Auschzwitz o a cualquier registro bélico en sí, la categoría de “evento irrepresentable” el silencio en éste caso es entendido como un pathos que sirve de referencia prima ante cualquier posibilidad de repetición de un evento similar en la historia futura. La realidad de holocausto -incomprensible- sólo puede ser referida, según Jorge Semprún, a través de recursos artísticos y a través del silencio.“ Pues la muerte sólo para el hombre es personal, es decir, es para él, puede serlo para él, y para él sólo” (8) 

Existe una gran vinculación entre silencio y muerte.
Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra, de tal suerte que le damos la vuelta, lo evadimos, le tenemos miedo porque le hemos conferido un cierto PREjuicio por su carácter ambiguo. Un oxímoron que se define por su oposición misma como el gran: Silencio Atronador. La escritora italiana Susanna Tamaro nos regala una frase muy interesante la cual cito: “los muertos no pesan tanto por su ausencia, sino por lo que entre ellos y nosotros… no se dijo. Dándole al silencio una carga de irreconciabilidad, de asunto pendiente. (9)

Yo.. considero que la muerte es un olvido..  que en el momento en que dejamos de hablar de nuestros muertos y los olvidamos, es cuando realmente mueren. Y sin siquiera notarlo, a lo largo de nuestra vida nos abonamos con la misma tierra. No hablamos de lo que no podemos. De lo no resuelto, guardamos silencio y acallamos nuestras voces interiores. Nos olvidamos de lo que queremos y en lo que creemos, de lo que somos y a donde vamos. Ponemos otras prioridades como prioritarias y descuidamos la memoria. y morimos.. en silencio.

Y lo poderoso del tema del silencio no es nada más como lo manejamos con los otros sino como lo manejamos con nosotros, o más bien.. cómo NO lo manejamos.
John Bradshaw  enumera 7 normas de conducta en las familias disfuncionales: Control, Perfeccionismo, Culpa, Negación de las 5 libertades (poder percibir, poder pensar e interpretar, poder sentir, poder desear y poder elegir e imaginar),  No hablar,  No cometer errores  y  Desconfianza. La norma de no hablar prohíbe la plena expresión de cualquier sentimiento, necesidad o deseo. En las familias basadas en la culpa y la vergüenza, sus miembros desean ocultar sus verdaderos sentimientos y por consiguiente, nadie habla de su soledad ni de su malestar interior.
No son normas puestas por escrito pero rigen las relaciones familiares y el ciclo de la vergüenza/culpa se repite durante generaciones. (10)

Existen simbolismos todavía, que van más allá del silencio. La RAE por ejemplo aún registra como acepción médica de la definición de feminidad:  estado anormal del varón en que aparecen uno o varios caracteres sexuales femeninos. (!!!) Cómo ponemos agua nueva en un vaso lleno de  “herencias”. 

Cómo fabricamos modelos de convivencia más equitativos y sobre todo más libres en cuánto a su expresión.


Reflexiones finales.


Quisiera pensar que el silencio no tiene nada que ver con equidad y género, pero no es cierto. La equidad no debiera ser cosa instituida sino mamada y no debiera tener género, porque en suma de lo que se trata es de avanzar en equipo, como sociedad.
Puedo hablar ahora.. a partir de la nueva conciencia que tengo del silencio.
Parto de la creencia de que somos lo que escogemos, somos lo que pensamos. 
Escogemos.. por increíble que parezca a nuestra pareja, nuestras amistades, nuestro trabajo, nuestro entorno, nuestros hijos, nuestra vida. 
Escogemos el silencio o la denuncia, discriminarnos o incluirnos. Y esto va más allá de un vaso medio lleno o medio vacío. Escogemos ser quienes somos y vivir como vivimos…en las pérdidas o en las ganancias…. lo escogemos.
Podemos darle al silencio hoy, una función y calidad reparadora, eminente e integradora. Hacer que la palabra alimente un discurso inteligente, objetivo y sensible y vivir una dimensión del silencio y desde allí hablar, porque el silencio también tiene una carga de complicidad.
Las viejas estructuras (a las que tenemos que agradecerles porque de alguna manera nos trajeron hasta aquí), ya no nos sirven más.                                                                                                                                                          
A  mi parecer, no tiene tanto que ver con construir una nueva relación con los demás y sobre todo con uno mismo, sino que tiene que ver más bien con iniciar un proceso de desaprendizaje, de dejar ir.

En la elocuencia del silencio,  el lenguaje es sólo una herramienta pobremente usada… un mal viaje por el mundo de los sordos.
El arte de hablar  sin hablar se pule con el tiempo, de manera que el verdadero YO progresivamente substituye la personalidad
artificial y deja ver la luz interior con la claridad de la sabiduría del silencio.
El silencio… es sólo un compromiso íntimo, un compromiso de
conciencia, mueve a callar por respeto, por prudencia... pero no por miedo. 



BIBLIOGRAFIA

(1) Greimas, A., (1990) Del sentido II. Ensayos Semióticos. Madrid. Editorial Gredos, S.A.
(2) Goffman, E., (1993) La presentación de la persona en la vida cotidiana. Buenos Aires. Amorrortu Editores, S.A.
(3) Mateu R. (2001) El lugar del silencio en el proceso de la comunicación. Tesis doctoral. Barcelona. Departamento de Filología Clásica, Francesa e Hispánica. Universidad de LLeida.
(4) Haidu, P. (1992)  The Dialetics of Unspeakability, Probing the Limits of Representation. Cambridge., Ed. Saul Friedlander, Harvard University Press.
(5) Morin, E. (2006) El método: La humanidad de la humanidad, la identidad humana. 2ª ed. Madrid. Ediciones Cátedra, S.A.
(6) Cage, J. (205) Silencio. España. Ardora Ediciones.
(7) Figarola, J. (2006) El Palo Monte. La brujería cubana. Santiago de Cuba. Instituto Cubano del Libro. Editorial Oriente.
(8) Semprún, J. (2004)  El largo viaje. Madrid, Tusquets Editores
(9) Tamaro, S. (1996) Donde el corazón te lleve. México. Grupo Editorial Océano.
(10) Bradshaw, J. (2004) Sanar la vergüenza que nos domina. 2ª ed. Barcelona. Ediciones Obelisco, S.L.


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